Buenas noches:
Hace ya más de una década cayó en mis manos por primera vez el libro de Vaclav Havel “El poder de los sin poder”. Venía forrado con una página del periódico oficial de mi país, del diario del Partido Comunista de Cuba. Forrar los libros era una de las tantas formas en que escondíamos de la vista de informantes y policías políticos los textos incómodos y prohibidos por el gobierno. De esa manera habíamos estado leyendo en el clandestinaje las historias de los sucedido con la caída del muro de Berlín, del fin de la Unión Soviética, la transformación checa y todos los otros sucesos de Europa del Este. Sabíamos de todas esas transiciones, algunas más traumáticas, otras más exitosas y muchos soñábamos con que la transición llegaría pronto a nuestra Isla en el Caribe, sometida por más de cinco décadas a un totalitarismo. Pero las transiciones más que añorarlas, hay que construirlas. Los procesos de cambio no llegan solos, los ciudadanos tienen que provocarlos.
Na íntegra aqui.
Hace ya más de una década cayó en mis manos por primera vez el libro de Vaclav Havel “El poder de los sin poder”. Venía forrado con una página del periódico oficial de mi país, del diario del Partido Comunista de Cuba. Forrar los libros era una de las tantas formas en que escondíamos de la vista de informantes y policías políticos los textos incómodos y prohibidos por el gobierno. De esa manera habíamos estado leyendo en el clandestinaje las historias de los sucedido con la caída del muro de Berlín, del fin de la Unión Soviética, la transformación checa y todos los otros sucesos de Europa del Este. Sabíamos de todas esas transiciones, algunas más traumáticas, otras más exitosas y muchos soñábamos con que la transición llegaría pronto a nuestra Isla en el Caribe, sometida por más de cinco décadas a un totalitarismo. Pero las transiciones más que añorarlas, hay que construirlas. Los procesos de cambio no llegan solos, los ciudadanos tienen que provocarlos.
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