"En la política, incluso los creyentes necesitan ser ateos" - Eliane Brum
No se construye un proyecto político con creyentes. Pero la angustia, en el Brasil de hoy, se da también por la voluntad de creer que algo es verdadero en una vida cotidiana marcada por las falsificaciones. El peligro es que, cuando el guion de los días parece haber sido escrito por publicistas, no cabe razón en ese creer. Se exige fe. Cuando la política demanda sumarse por la fe, debemos tener mucho cuidado. Los partidos que están ahí, tirando hacia uno u otro credo, pueden pensar que les favorece tener una población de creyentes que legitime sus proyectos de poder. Pero la adoración, rápidamente, puede desplazarse hacia otro lugar, un hecho del que algunos ya deben de haber comenzado a darse cuenta después de las manifestaciones del domingo 13 de marzo. O peor aún, a un ídolo de barro cualquiera. Rebajar la política nunca es una buena idea para el futuro. Quien piensa que controla a los creyentes, con sus espirales de amor y de odio, no ha aprendido con la historia ni entiende lo demasiado humano de las masas que gritan.
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